El bosque cubre el 59% de la superficie de los Pirineos y representa al mismo tiempo un recurso natural, un ecosistema rico en biodiversidad, un espacio turístico y de uso público que es especialmente apreciado, la protección contra los fenómenos naturales (avalanchas, desprendimientos de piedras, crecidas…) y un importante reservorio de CO2. El relieve, las exposiciones diversas, las influencias climáticas atlánticas y mediterráneas y la diversidad de sustratos geológicos, implican condiciones de fertilidad muy variadas.
Desde hace varios decenios los bosques de montaña experimentan un proceso de cambio importante resultado de un conjunto de factores socioeconómicos y ambientales, pero los factores climáticos, biológicos y sociales en los que los bosques tendrán que desarrollarse son inciertos todavía.
Más allá de los potenciales impactos de las modificaciones climáticas sobre los árboles y los bosques en sí mismos es importante tener en cuenta las consecuencias posibles sobre las numerosas funciones que ejercen los bosques de montaña. El cambio climático puede dificultar de manera importante la multifuncionalidad de los bosques pirenaicos conllevando decaimiento en los bosques de producción o de protección, destrucción de las especies o hábitats remarcables, deterioro del paisaje forestal…
Los principales impactos del cambio climático identificados desde el Observatorio Pirenaico del Cambio climático destcamos los siguientes:
Los seguimientos ecológicos actuales muestran que los dos principales motores de cambio global (modificacion del clima y cambios de usos de suelo), están teniendo una fuerte incidencia en la fisionomía y estructura de los bosques asi como en la evolucion de su límite superior. Estos segumientos sugieren que también existe una importante variabilidad en los diferentes procesos existentes y evidencian que los cambios observados no siempre siguen los paradigmas establecidos.
Se constata que en el Pirineo la evolución de los bosques se caracteriza por un importante proceso de revegetación caracterizado por el avance de los matorrales de sucesión y del bosque en si.
En las dos últimas décadas los cambios de vegetación han contribuido en algunos casos a homogeneizar la cubierta vegetal y en otros a su heterogeneización.
La homogenizacion tiene lugar principalmente en bosques ya existentes y que se densifican especialmente por la ausencia de gestion forestal, mientras que los procesos de heterogenizacion tienen lugar en tierras abandonadas que presentan cubiertas muy variadas en funcion de la edad de abandono, la gestion puesta en marcha y las condiciones naturales .
El límite superior arbóreo y el nivel al que las plantas alpinas se encuentran en Europa se están moviendo hacia latitudes más elevadas. En el caso de los arboles, los desplazamientos hacia cotas superiores, deben ser analizados con precaucion porque pueden estar asociados al abandono de los pastos de alta montaña; la ausencia de actividad pastoral permite la recolonizacion de estos espacios por la vegetacions forestal. Esto conduce a restaurar el limite superior natural arbolado antes de la intervencion humana (hasta 300 m mas alto que el nivel actual) Sin embargo, a mayor altitud la dinámica del límite del bosque no es tan rápida y se ha caracterizado por una “densificación” progresiva a lo largo del pasado siglo, inducida por el abandono del pastoreo pero favorecida también por el cambio climático.
Desde los años 90 se ha observado un aumento de la productividad del bosque debida en parte a la evolución de tres factores climáticos: el aumento de las temperaturas, el aumento de la concentración de dióxido de carbono en el aire y las recaidas de los niveles de nitrógeno atmosférico.
Sin embargo, los factores que conducen a aumentar el volumen de madera en pie a lo largo del último siglo son propensos a impactar el crecimiento futuro de los arboles a través de la producción de madera.
Los efectos ya comienzan a percibirse en el límite sur de las áreas de repartición de ciertas especies donde se ha constatado la disminución del crecimiento y decaimiento, debido, en parte al déficit hídrico y las fuertes temperaturas estivales (Jump et al, 2006). Estas alteraciones del ecosistema pueden impactar negativamente los múltiples servicios ecosistémicos que los bosques ofrecen a la sociedad: protección natural contra los riesgos naturales, fuente de biodiversidad animal y vegetal, regulación de la cantidad y calidad de los recursos hídricos y captación y acumulación de CO2 atmosférico.
La gestión es la clave principal de adaptación del bosque al cambio climático: actuando en la composición, la estructura, la densidad de las masas forestales los gestores podrán acompañas los bosques en estas mutaciones futuras limitando por ejemplo, la competición entre los arboles (para el recurso hídrico o los nutrientes del suelo…) o aumentando la capacidad de la resiliencia de las masas.
En los espacios de montaña, la probabilidad de que un fenómeno natural de riesgo se produzca es más elevada que en cualquier otro medio natural. Los fenómenos naturales propios de áreas montañosas se desencadenan bajo el efecto de eventos climáticos extremos (precipitaciones especialmente intensas en forma de lluvia o nieve, ciclos de hielo/deshielo especialmente rápidos o cambiantes, olas de calores etc.) y se originan además en espacios con grandes retos socioeconómicos (hábitat, infraestructura, vías de comunicación,…).
El bosque pirenaico omnipresente de 600 a 2000 mts de altitud juega un papel importante de protección contra los fenómenos naturales que encontramos en el macizo montañoso (avalanchas de nieve, crecidas torrenciales, corrientes de derrubios, desprendimiento de bloques y deslizamientos de terreno).
El bosque pirenaico omnipresente de 600 a 2000 mts de altitud juega un papel importante de protección contra los fenómenos naturales que encontramos en el macizo montañoso (avalanchas de nieve, crecidas torrenciales, corrientes de derrubios, desprendimiento de bloques y deslizamientos de terreno).
A comienzos de los años 80, diferentes fenomenos bioticos (ataques de agentes patogenos..;) o abioticos (sobre todo climaticos) han conducido a un feterioro progresivo del estado de salud de los bosques en Europa. Estos fenomenos han suscitado una preocupacion general de la sociedad y tambien han llevado a los gestores forestales a proponer metodos de seguimiento de los ecosistemas forestales. Estos seguimiento (integrados en una red europea estructurada) permiten, cada año, hacer el balance del estado sanitario de los arboles en parcelas fijas y de poner en evidencia las tendencias regionalizadas o por especie.
En el conjunto de la cordillera pirenaica existen 168 parcelas con datos de la red europea en los que se estudian el deficit foliar, la decoloracion foliar, la mortalidad de las ramas y la mortalidad de los arboles.
Algunas tendencias indican que diversos signos de degradación comienzan a ser perceptibles: déficit foliar y mortalidad de las ramas en la parte superior de las copas.
De este modo, el déficit foliar tiende a aumentar sobre todo en la zona mediterránea pero también en la zona mediterráneo-pirenaica.
Los principales factores explicativos que resaltan son las variables de alimentación de agua del año en curso pero también de los dos años precedentes: precipitación y diferencia entre la precipitación evapotranspiracion. Esto confirma el papel preponderante del cambio climático y su supuesto impacto en los ecosistemas forestales a largo plazo, si el régimen de precipitaciones y de temperaturas tiende a cambiar.
Más allá de la degradación de la salud de los árboles, una intensificación de las tendencias identificadas hata ahora hace temer mortalidades importantes para algunas especies menos adaptadas a medio y largo plazo y por consiguiente, modificaciones en el cortejo florístico de ecosistemas con “migración” de áreas de distribución hacia el norte o en altitud.
Es necesario contar con la variabilidad genética de los arboles que es una ventaja importante con respecto al cambio climático. Por ultimo, la acción antrópica puede ayudar a anticipar las modificaciones esperados adaptando desde hoy la silvicultura y la elección de especies para la intervenciones forestales de los años a venir.
Para que un incendio se declare y se propague dos factores son necesarios: una fuente de ignición y combustible (este ultimo debe presentar un cierto volumen, un cierto nivel de continuidad y su grado de humedad).
Teniendo en cuenta las condiciones climáticas propias de medios montañosos y la humedad de los combustibles, los Pirineos no están históricamente efectados por grandes incendios.
No obstante, el aumento de las temperaturas, el incremento del volumen de combustible (colonización del bosque en zonas abiertas) y el aumento de la presencia humana en medios forestales pueden modificar este estado.
Se produce una continentalizacion (o una mediterraneizacion de ciertos sectores) del clima de los Pirineos que conjugada a una disminución de la cubierta de nieve, un aumento de la disponibilidad y de la continuidad de combustible (debido principalmente a la disminución de la actividad pastoral) hace que aumenten los riesgos de ocurrencia y de propagación de los grandes incendios, ya sean hibernales o estivales según los sectores.
La gestión de los medios (forestales y agropastorales), la vigilancia, la previsión del riesgo adaptado al contexto pirenaico y el refuerzo de una cultura del riesgo por el conjunto de los actores del pirineo son elementos esenciales para evitar la aparición y la propagación de posibles grandes incendios forestales futuros, garantizando limitar los impactos de los medios naturales y los factores socio-economicos de nuestros territorios.
El bosque de los Pirineos esta en estrecha relacion con la sociedad rural pirenaica y los numerosos desafios socio-economicos, directamente relacionados con la evolución de los medios naturales y los factores que los condicionan. El cambio climático modificando las temperaturas, los regimenenes de precipitaciones y los numerosos factores abióticos, impacta la evolución de estos medios y en particular los ecosistemas forestales.
Estructura, composición, salud, áreas de repartición geográfica, vulnerabilidad de los fenómenos exteriores (patógenos, fenómenos climáticos…) son otros de tantos efectos (positivos o negativos) que conviene anticipar puesto que condicionan la evolución de la cobertura vegetal pirenaica y podrán inducir modificaciones importantes en todas las componentes de la multifuncionalidad de nuestro bosque de montaña.
El bosque y su gestion se comprenden a largo plazo. Las decisiones tomadas hoy condicionaran nuestros bosques de mañana. Con el fin de aumentar la resiliencia de los bosques pirenaicos frente a los efectos negativos del cambio climático conviene:
Los actores pirenaicos, entre los cuales se encuentran los propietarios forestales, los científicos, los gestores, y los poderes públicos, deben actuar desde hoy para el bosque pueda evolucionar en las mejores condiciones posibles y de este modo, adaptarse a los cambios.
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