Aunque la evolución mejor documentada es la de las olas de calor, es muy probable que las sequías, las lluvias intensas y olas de frío también aumenten su frecuencia e intensidad durante las próximas décadas, mientras que las granizadas aumenten sólo su intensidad.
El cambio en el régimen de las precipitaciones, junto con el anticipo en el calendario del deshielo primaveral, podrían provocar tanto un aumento del número de inundaciones como un incremento de su intensidad. Si bien es cierto que no hay una tendencia clara para todo el territorio ya que la cantidad de factores en juego, y en particular el aumento de la masa forestal y los cambios en los usos de suelo, podrían estar enmascarando dicha tendencia.
En las últimas décadas las inundaciones de carácter "extraordinario" han sido más frecuentes en buena parte de los Pirineos, aunque los daños provocados por estas han sido menores gracias a los esfuerzos realizados en la disminución de los niveles de exposición.
A causa del continuo proceso de despoblación rural y del aumento de la cubierta forestal, es muy probable que en el futuro la problemática afecte sobre todo a determinadas zonas turísticas de los Pirineos.
Es previsible que eventos naturales generalmente detonados por factores meteo-climáticos (altas temperaturas, precipitaciones intensas) sean más frecuentes en futuro.
El incremento de las temperaturas y las olas de calor han provocado un aumento de fenómenos tipo deslizamientos de rocas, aludes, así como de corrimientos de tierra.
En algunas zonas de los Pirineos ha habido un incremento del número de aludes de gran magnitud en los últimos años.
Sin embargo, todavía resulta complicado definir con exactitud la relación entre la intensidad de las precipitaciones o el aumento de las temperaturas con el incremento de eventos como caídas de piedra, deslizamientos o derrumbes.
Es probable que el calentamiento global altere la dinámica de las zonas heladas y glaciares de los Pirineos, alterando su estabilidad. Esto podría aumentar el riesgo de que ocurran más episodios potencialmente peligrosos como caídas de roca o desprendimientos de materiales, especialmente en zonas con pendientes pronunciadas.
En la cara noroeste del monte Vignemale se ha detectado un aumento de los desprendimientos durante los últimos años asociados a un deterioro del permafrost (tierras permanentemente heladas) debido seguramente a procesos de degradación causados por las altas temperaturas.
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