La directiva de Vigilancia y Resiliencia del suelo ya se ha publicado y da tres años de plazo para su cumplimiento
El objetivo es mitigar los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, favorecer la seguridad alimentaria y preparar el suelo ante catástrofes naturales
Tanto la Alianza de Suelos del Pirineo (ASPyr) —de la que la CTP forma parte— como el proyecto SOLPYR, financiado al 65% por la Unión Europea a través del Programa Interreg POCTEFA, están alienados con el espíritu de la norma
Establecer un marco sólido y coherente de vigilancia del suelo que se aplique a todos los suelos de la Unión para reducir su contaminación y mejorar su resiliencia. Este es el objetivo de la nueva directiva de Vigilancia y Resiliencia del suelo que ya ha publicado en boletín oficial de la Unión Europea y que otorga a los países un marco de tres años (hasta diciembre de 2028) para adaptarse a las nuevas exigencias, que son comunes para los 27. La norma entra en vigor el próximo 16 de diciembre.
Con este marco, y con la vista puesta en 2050, la norma persigue: reducir la contaminación del suelo a niveles que no se consideren ya nocivos para la salud humana ni para el medio ambiente; mejorar continuamente la salud del suelo en la Unión; mantener los suelos en buen estado de salud; y prevenir y abordar todos los aspectos relativos a su degradación.
Garantizar la seguridad alimentaria
El propósito de esta directiva es que los suelos puedan “prestar servicios ecosistémicos múltiples a una escala suficiente para satisfacer las necesidades medioambientales, sociales y económicas” y permitan “prevenir y mitigar los efectos del cambio climático y de la pérdida de biodiversidad”. Redundando en esta idea, la Unión Europea persigue aumentar “la resiliencia del suelo frente a las catástrofes naturales y garantizar la seguridad alimentaria”.
En virtud de la Directiva, los Estados miembros establecerán sistemas de vigilancia para evaluar el estado físico, químico y biológico de los suelos en su territorio, basados en una metodología común de la UE. Además, informarán periódicamente a la Comisión y a la Agencia Europea de Medio Ambiente sobre la situación en lo que respecta a la salud del suelo, la ocupación del suelo y los terrenos contaminados, velando por que existan datos comparables en toda la UE y que puedan adoptarse medidas coordinadas para hacer frente a la degradación del suelo. También se tomarán medidas para la vigilancia de contaminantes de preocupación emergente como las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), los plaguicidas y los micro plásticos.
Un espíritu alineado con ASPyr y SOLPYR
La nueva Directiva europea de vigilancia y resiliencia del suelo marca un impulso político claro para que los Estados y los territorios refuercen la protección y el seguimiento de sus suelos. En este contexto, tanto la Alianza de Suelos del Pirineo (ASPyr) —en la que la CTP forma parte para articular a los actores pirenaicos en torno a la salud del suelo— como el proyecto SOLPYR, financiado al 65% por la Unión Europea a través del Programa Interreg VI-A España-Francia-Andorra (POCTEFA 2021-2027) y en el que el OPCC es socio, se inscriben plenamente en esta dinámica y trabajan para situar la salud del suelo como una prioridad, movilizar a los actores locales y fortalecer las capacidades colectivas para afrontar los desafíos ambientales y climáticos.
En conjunto, la Directiva, ASPyr y SOLPYR se refuerzan mutuamente al avanzar hacia una visión compartida: reconocer el suelo como un recurso clave para el futuro y promover su protección de manera coordinada y duradera.
La nueva directiva europea define descriptores comunes del suelo y establece clases para describir la salud del suelo, vinculadas a valores objetivo no vinculantes a escala de la UE y valores desencadenantes nacionales. Esto ayudará a los Estados miembros a determinar las prioridades y a aplicar gradualmente medidas que conduzcan a unos suelos más sanos. Además, la comisión les ayudará mediante el desarrollo de herramientas y metodologías comunes y el acceso al intercambio de buenas prácticas.
Neutralidad climática
Unos suelos sanos son cruciales para alcanzar los objetivos de neutralidad climática de la UE y contribuyen a frenar la desertificación y la degradación del suelo y a preservar la biodiversidad y la salud humana. Sin embargo, según los datos disponibles, más del 60 % de los suelos europeos se encuentran en mal estado y los estudios demuestran que se están degradando aún más. La degradación del suelo se ve agravada por la gestión insostenible del suelo, la contaminación y la sobreexplotación, a las que se unen los efectos del cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos.
Más información del consejo europeo sobre la directiva
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